Cartel: El psicoanálisis a tiempo Rasgo: Tiempo y
transferencia
El
Seminario De un Otro al otro es
orientador y disparador de lo que intento desarrollar en este trabajo[1].
El “campo del Otro no asegura en ningún lugar
(…) en ningún caso (…) la consistencia del discurso que allí se articula”[2].
Lacan describe
dos campos[3],
siguiendo a Pascal. El primero, el campo del Otro como garante de la verdad, un
Otro totalizante, completo; se trata del omnipotente dios de los filósofos que
sabe sobre el ser. El encuentro con este dios es a través de la razón.
Pasemos
al segundo campo, que se encuentra en un registro diferente. Es el campo del
Otro no consistente, campo indeterminado (fuera del destino). En él, el goce
espera al sujeto y “precisamente allí es
siervo”[4]. Podemos plantear
aquí al dios de los judíos. Los místicos, señala Lacan, enseñan la relación del
goce con el Uno. Acerquémonos a esa relación extraña, describiendo la voz de
dios que llama a Abraham; él responde a su nombre, no sin angustia, diciendo: Acá
estoy[5].
Cara o cruz
Abordemos
la Apuesta de
Pascal enunciando la importancia que tiene el juego, al mostrar la relación
del sujeto con el significante. Todo juego implica reglas y esto conlleva de
base una exclusión[6]. Pascal nos presenta la fe
en forma de juego: Dios existe, o no
existe.
¿Cuál
es el dios de Pascal? No el dios de los filósofos, no estamos en el plano
imaginario, ni se trata del dios del saber. Somos incapaces de saber ni qué es
dios ni si es.
Sostiene Pascal
que no se puede no apostar, estamos comprometidos intrínsecamente a lo que se pone
en juego: una nada. Esta nada (el objeto a) nos interpela. El carácter de la
apuesta implica una pérdida. Podemos confundirnos, dice Lacan, y creer que lo
que se ganaría, sería el objeto a. Gran error, qué es lo que ganaríamos si el
objeto a es inestimable. No sabemos su valor.
El acto de
elegir implica una intervención del significante. Se trata de una concatenación
significante que produce un efecto de perdida. Un análisis nos confronta con
ello, el efecto de pérdida se encuentra en cada paso. Aparece engañosamente en
lo imaginario como una herida narcisística. Pero nada tiene que ver el
semejante, sino que debemos abocarnos de lleno en el orden simbólico. La
pérdida es el resultado de una marca.
El
efecto simbólico, dice Lacan, se inscribe “en
el hiato producido entre el cuerpo y su goce, en la medida en que (…) la
incidencia del significante, o de la marca (…) rasgo unario, la determina o la
agrava”[7]. El significante
en su carácter fundante brinda un cuerpo. Siguiendo el hilo de Pascal, su
apuesta es, una elección a cara o cruz[8].
Para
finalizar…
La invitación del
analista a la regla analítica es oportuna para que la verdad aparezca en su
inconsistencia, en su incongruencia, este es el planteo de J.A. Miller[9].
Inútil es, buscar la verdad en el significante o en el Otro, ya que ninguna
parte del campo del Otro asegura una consistencia de verdad; sólo el objeto a
puede responder a ella. Es interesante dónde ubica Miller el matema S(A/)[10]. Lo
escribe debajo de la barra de represión y al fantasma encima de ella.
Otorgándole a la inconsistencia del Otro una posición de verdad reprimida.
El lugar del
Otro como garante de la verdad es anulado por las leyes del lenguaje. Lacan nos
da una clave para la práctica analítica, diciendo “sabemos intervenir allí la función del corte que responde NO, no al
dios de los filósofos”[11]. Encontramos
en aquella cita una función clínica del corte de sesión. Hacia allí se dirige
el analista, hacia la inconsistencia del Otro que posibilita la emergencia de
una verdad.
Verónica Castro.
[1] El tema a investigar es la
inconsistencia del Otro desde las clases: 3,5, 6,7, 8 y 10.
[2] Lacan J.: De un Otro al otro, El seminario, Libro 16
(1968-1969). Bs. As., 1º edición
Paidós, 2008. p. 93
[3] En “Introducción a los
nombres del padre”, De los nombres del padre. Bs. As., 1º edición, 3º
reimpresión, Paidós, 2007.
[4] Lacan J.: De un Otro al otro, El seminario, Libro 16
(1968-1969). Bs. As., 1º edición
Paidós, 2008. p. 93
[5] Kierkegaard subraya el trayecto que debe
realizar Abraham hasta alcanzar el sacrificio de su hijo más amado. Dice el
personaje de Temor y Temblor “Y entonces todo el terror del combate se
concentró en un instante: Y Dios puso a prueba a Abraham y le dijo: toma a tu
hijo, el único, aquel a quien tu amas, Isaac; ve con él al país de Morija y
allí ofrecerlo en holocausto sobre uno de los montes que yo te señalaré”. Kierkegaard S.: Temor y temblor. Bs. As., 1º edición Losada, 2008. p.
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[6] Por ejemplo, el inicio del
lenguaje lo encontramos en el juego de presencia y ausencia, presentado por
Freud como fort- da; el niño tiene que estar dispuesto a perder a la madre.
[7] Lacan J.: De un Otro al otro, El seminario, Libro 16
(1968-1969). Bs. As., 1º edición
Paidós, 2008. p. 116
[8] En Seminarios anteriores desarrolla
Lacan la elección forzosa entre no soy
y no pienso. Al negar las dos
afirmaciones cartesianas soy y pienso, y elegir o la una o la otra, nos
confronta con una pérdida. Siempre algo está perdido en la elección forzosa.
También el ejemplo muy conocido la bolsa
o la vida. Si se elije la bolsa se pierde la vida. Si suelto la bolsa y
elijo la vida, me mantengo con vida pero de forma pasajera, ya que al ser
mortales perderemos la vida indefectiblemente. Elija lo que se elija siempre se
pierde. Aquí hay un real que hace tope.
[9]
En “Una lectura del Seminario De un Otro
al otro” en Revista Freudiana nº 55. Año 2009
[10] Significante de una falta en el Otro,
implica que el Otro no sabe. Ante la pregunta qué soy para el Otro, la
respuesta que nos vuelve es, que el Otro no puede decir (por estructura) sobre
el ser. La castración en el Otro, introduce la falla en la estructura, deseo
del Otro.
[11] Lacan J.: De un Otro al otro, El seminario, Libro 16
(1968-1969). Bs. As., 1º edición
Paidós, 2008. p. 93
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