18.10.11

Pascal a cara o cruz: Hacia la inconsistencia del Otro


Cartel: El psicoanálisis a tiempo                    Rasgo: Tiempo y transferencia

El Seminario De un Otro al otro es orientador y disparador de lo que intento desarrollar en este trabajo[1].  
El “campo del Otro no asegura en ningún lugar (…) en ningún caso (…) la consistencia del discurso que allí se articula”[2].

Lacan describe dos campos[3], siguiendo a Pascal. El primero, el campo del Otro como garante de la verdad, un Otro totalizante, completo; se trata del omnipotente dios de los filósofos que sabe sobre el ser. El encuentro con este dios es a través de la razón.
Pasemos al segundo campo, que se encuentra en un registro diferente. Es el campo del Otro no consistente, campo indeterminado (fuera del destino). En él, el goce espera al sujeto y “precisamente allí es siervo”[4]. Podemos plantear aquí al dios de los judíos. Los místicos, señala Lacan, enseñan la relación del goce con el Uno. Acerquémonos a esa relación extraña, describiendo la voz de dios que llama a Abraham; él responde a su nombre, no sin angustia, diciendo: Acá estoy[5].  

Cara o cruz
Abordemos la Apuesta de Pascal enunciando la importancia que tiene el juego, al mostrar la relación del sujeto con el significante. Todo juego implica reglas y esto conlleva de base una exclusión[6]. Pascal nos presenta la fe en forma de juego: Dios existe, o no existe.
¿Cuál es el dios de Pascal? No el dios de los filósofos, no estamos en el plano imaginario, ni se trata del dios del saber. Somos incapaces de saber ni qué es dios ni si es.
Sostiene Pascal que no se puede no apostar, estamos comprometidos intrínsecamente a lo que se pone en juego: una nada. Esta nada (el objeto a) nos interpela. El carácter de la apuesta implica una pérdida. Podemos confundirnos, dice Lacan, y creer que lo que se ganaría, sería el objeto a. Gran error, qué es lo que ganaríamos si el objeto a es inestimable. No sabemos su valor.
El acto de elegir implica una intervención del significante. Se trata de una concatenación significante que produce un efecto de perdida. Un análisis nos confronta con ello, el efecto de pérdida se encuentra en cada paso. Aparece engañosamente en lo imaginario como una herida narcisística. Pero nada tiene que ver el semejante, sino que debemos abocarnos de lleno en el orden simbólico. La pérdida es el resultado de una marca.
El efecto simbólico, dice Lacan, se inscribe “en el hiato producido entre el cuerpo y su goce, en la medida en que (…) la incidencia del significante, o de la marca (…) rasgo unario, la determina o la agrava”[7]. El significante en su carácter fundante brinda un cuerpo. Siguiendo el hilo de Pascal, su apuesta es, una elección a cara o cruz[8]. 

Para finalizar…
La invitación del analista a la regla analítica es oportuna para que la verdad aparezca en su inconsistencia, en su incongruencia, este es el planteo de J.A. Miller[9]. Inútil es, buscar la verdad en el significante o en el Otro, ya que ninguna parte del campo del Otro asegura una consistencia de verdad; sólo el objeto a puede responder a ella. Es interesante dónde ubica Miller el matema S(A/)[10]. Lo escribe debajo de la barra de represión y al fantasma encima de ella. Otorgándole a la inconsistencia del Otro una posición de verdad reprimida.
El lugar del Otro como garante de la verdad es anulado por las leyes del lenguaje. Lacan nos da una clave para la práctica analítica, diciendo “sabemos intervenir allí la función del corte que responde NO, no al dios de los filósofos[11]. Encontramos en aquella cita una función clínica del corte de sesión. Hacia allí se dirige el analista, hacia la inconsistencia del Otro que posibilita la emergencia de una verdad.

Verónica Castro.


[1] El tema a investigar es la inconsistencia del Otro desde las clases: 3,5, 6,7, 8 y 10.
[2] Lacan J.: De un Otro al otro, El seminario, Libro 16 (1968-1969). Bs. As.,  1º edición Paidós, 2008. p. 93
[3] En “Introducción a los nombres del padre”, De los nombres del padre. Bs. As., 1º edición, 3º reimpresión, Paidós, 2007.
[4] Lacan J.: De un Otro al otro, El seminario, Libro 16 (1968-1969). Bs. As.,  1º edición Paidós, 2008. p. 93
[5]  Kierkegaard subraya el trayecto que debe realizar Abraham hasta alcanzar el sacrificio de su hijo más amado. Dice el personaje de Temor y Temblor “Y entonces todo el terror del combate se concentró en un instante: Y Dios puso a prueba a Abraham y le dijo: toma a tu hijo, el único, aquel a quien tu amas, Isaac; ve con él al país de Morija y allí ofrecerlo en holocausto sobre uno de los montes que yo te señalaré”.  Kierkegaard S.: Temor y  temblor. Bs. As., 1º edición Losada, 2008. p. 24
[6] Por ejemplo, el inicio del lenguaje lo encontramos en el juego de presencia y ausencia, presentado por Freud como fort- da; el niño tiene que estar dispuesto a perder a la madre.

[7] Lacan J.: De un Otro al otro, El seminario, Libro 16 (1968-1969). Bs. As.,  1º edición Paidós, 2008. p. 116
[8] En Seminarios anteriores desarrolla Lacan la elección forzosa entre no soy y no pienso. Al negar las dos afirmaciones cartesianas soy y pienso, y elegir o la una o la otra, nos confronta con una pérdida. Siempre algo está perdido en la elección forzosa. También el ejemplo muy conocido la bolsa o la vida. Si se elije la bolsa se pierde la vida. Si suelto la bolsa y elijo la vida, me mantengo con vida pero de forma pasajera, ya que al ser mortales perderemos la vida indefectiblemente. Elija lo que se elija siempre se pierde. Aquí hay un real que hace tope.
[9] En “Una lectura del Seminario De un Otro al otro” en Revista Freudiana nº 55. Año 2009
[10] Significante de una falta en el Otro, implica que el Otro no sabe. Ante la pregunta qué soy para el Otro, la respuesta que nos vuelve es, que el Otro no puede decir (por estructura) sobre el ser. La castración en el Otro, introduce la falla en la estructura, deseo del Otro.
[11] Lacan J.: De un Otro al otro, El seminario, Libro 16 (1968-1969). Bs. As.,  1º edición Paidós, 2008. p. 93

No hay comentarios: