20.4.11

Vicente Palomera
PARA INTRODUCIR LA SESIÓN CORTA
1.- El tiempo mensurable y el inconsciente.
Tal como señala D. Cosenza en su investigación sobre Lacan y el problema de
la técnica en psicoanálisis, 1 es en “Función y campo de la palabra y del lenguaje
en psicoanálisis” donde Lacan cuestiona, por primera vez, la identificación del
tiempo del inconsciente con el tiempo objetivo y mensurable propio de la física,
tiempo sancionado por nuestros instrumentos de medida. La temporalidad
del inconsciente es cualit ativamente diferente de la temporalidad del tiempo físico.
El tiempo del inconsciente no es un tiempo cronológico, sino un tiempo
ligado al proceso de elaboración significante que el sujeto está llamado a realizar
en el marco de su propia experiencia, respecto a sus propias preguntas y elecciones
existenciales.
En el tiempo tenemos una medida. Hacer decir tic-tac al reloj nos permite
percibir su duración porque ya está organizada. Pero, tras la entrada necesaria de
la cifra en el tiempo, queda siempre un resto, razón por la cual el intervalo entre
los dos sonidos del tic-tac está cargado de duración significativa.
El tic-tac es pues una trama, mínima —como la articulación significante Fort!-
Da! del juego infantil freudiano—, pero trama que humaniza el tiempo al conferirle
forma, y donde el intervalo entre ambos representa el tiempo puramente
sucesivo y desorganizado que necesitamos humanizar. 2
Pero ese tic-tac es, también, un tiempo mortificado que no recubre totalmente
el tiempo como real, el tiempo vivo del sujeto deseante, 3 el tiempo peculiar del
sujeto. Este tiempo no es tampoco el tiempo como medida de valor del trabajo del analista
—según los parámetros propios de la economía del discurso capitalista—
que sanciona que el tiempo equivale al dinero. En un análisis, se trata
entonces de restaurar la función del tiempo en conformidad al funcionamiento
temporal del inconsciente del sujeto.
2.- El tiempo psicológico y el del inconsciente.
F. Leguil 4 ha destacado la distancia entre Lacan y los fenomenólogos. El tiempo
del inconsciente no equivale tampoco al tiempo psicológico de la duración, del
flujo de la conciencia (tal como pasó al campo de la práctica psiquiátrica y
psicoterapéutica de Jaspers, Binswanger o Minkowski, a partir de la filosofía de
Bergson y Husserl). Para Lacan, el tiempo vivido de los fenomenólogos es el
tiempo imaginario de la conciencia, el que vive en la ilusión de la continuidad
sin fracturas, modelo bergsoniano de la duración del impulso vital (élan vital).
En este modelo no hay lugar para esa temporalidad extranjera, sorprendente,
traumática y enigmática que caracteriza el modo de manifestarse del inconsciente
en la experiencia psíquica del sujeto.
En la experiencia analítica, el principio de referencia no es pues el tiempo
vivido de la conciencia, sino el tiempo impredecible de la extimidad de la Cosa,
tiempo de la irrupción perturbadora de lo Unheimlich.
3.- Del tic-tac al fort-da.
Si el tiempo del inconsciente no se puede asimilar ni a la continuidad dada
por el tiempo objetivo de la ciencia, ni al tiempo vivido de la conciencia, es
debido a que el tiempo del inconsciente se manifiesta como corte, como
escansión y discontinuidad. Es en el Seminario XI, s obre Los cuatro conceptos fundamentales
del psicoanálisis, donde Lacan presenta el tiempo lógico del inconsciente
como un tiempo de apertura y de clausura, un tiempo marcado por una brecha,
por una vacilación en la falta donde se deja entrever, en el espacio de un
instante, algo que pertenece al orden de lo no realizado, instante de la pulsación,
en cuyo corte aparece un sujeto conjeturable, sujeto suspendido entre los
significantes, atrapado en esta pulsación, en esa espera.
En otros términos, en la experiencia de la sesión corta se apunta a vencer
esa tendencia a vaciarse propia del intervalo entre tic y tac. La sesión analítica
debe sostener dentro del intervalo que sigue a tic, una fuerte expectativa dedel analista —
según los parámetros propios de la economía del discurso capitalista—
que sanciona que el tiempo equivale al dinero. En un análisis, se trata
entonces de restaurar la función del tiempo en conformidad al funcionamiento
temporal del inconsciente del sujeto.
2.- El tiempo psicológico y el del inconsciente.
F. Leguil 4 ha destacado la distancia entre Lacan y los fenomenólogos. El tiempo
del inconsciente no equivale tampoco al tiempo psicológico de la duración, del
flujo de la conciencia (tal como pasó al campo de la práctica psiquiátrica y
psicoterapéutica de Jaspers, Binswanger o Minkowski, a partir de la filosofía de
Bergson y Husserl). Para Lacan, el tiempo vivido de los fenomenólogos es el
tiempo imaginario de la conciencia, el que vive en la ilusión de la continuidad
sin fracturas, modelo bergsoniano de la duración del impulso vital (élan vital).
En este modelo no hay lugar para esa temporalidad extranjera, sorprendente,
traumática y enigmática que caracteriza el modo de manifestarse del inconsciente
en la experiencia psíquica del sujeto.
En la experiencia analítica, el principio de referencia no es pues el tiempo
vivido de la conciencia, sino el tiempo impredecible de la extimidad de la Cosa,
tiempo de la irrupción perturbadora de lo Unheimlich.
3.- Del tic-tac al fort-da.
Si el tiempo del inconsciente no se puede asimilar ni a la continuidad dada
por el tiempo objetivo de la ciencia, ni al tiempo vivido de la conciencia, es
debido a que el tiempo del inconsciente se manifiesta como corte, como
escansión y discontinuidad. Es en el Seminario XI, s obre Los cuatro conceptos fundamentales
del psicoanálisis, donde Lacan presenta el tiempo lógico del inconsciente
como un tiempo de apertura y de clausura, un tiempo marcado por una brecha,
por una vacilación en la falta donde se deja entrever, en el espacio de un
instante, algo que pertenece al orden de lo no realizado, instante de la pulsación,
en cuyo corte aparece un sujeto conjeturable, sujeto suspendido entre los
significantes, atrapado en esta pulsación, en esa espera.
En otros términos, en la experiencia de la sesión corta se apunta a vencer
esa tendencia a vaciarse propia del intervalo entre tic y tac. La sesión analítica
debe sostener dentro del intervalo que sigue a tic, una fuerte expectativa de tac. El intervalo
debe ser despojado de la simple cronicidad, de la vaciedad
propia del tic-tac con su carácter sucesivo, tan poco interesante desde el punto
de vista subjetivo.
Como en el fort-da del juego infantil, la sesión analítica requiere una escansión
significativa, un kairos puesto entre el principio y el fin. 5
4.- El partenaire-escansión.
Es, pues, el tiempo como pulsación del sujeto, como escansión y como emergencia
de lo imprevisto, el que Lacan toma como partenaire de la sesión analítica.
El tiempo de la sesión analítica debe así igualarse al tiempo de la escansión
propia del inconsciente, configurándose no como un tiempo standard sino como
un tiempo caracterizado por el corte, corte aplicado por el analista sobre ese
punto de opacidad o enigma, de elaboración o de decisión, hecho presente en
el discurso del sujeto.
La sesión debe producirse no tanto sobre al tic-tac del reloj, como sobre un
punto denso en la cadena del discurso-analizante con el objeto de “suspender
las certezas del sujeto hasta que se consuman los últimos espejismos. Y es en el
discurso donde debe escandirse su resolución (…) A sí, es una puntuación afortunada
la que da su sentido al discurso del sujeto”. 6 “La suspensión de la sesión —
señala Lacan, más adelante— no puede dejar de ser experimentada por el sujeto
como una puntuación en su progreso”. 7
La suspensión de la sesión adquiere pues en Lacan el estatuto de escansión
subrayando un punto clave del discurso del analizante, precipitando la elaboración
del sujeto sobre aquel punto de densidad que surge en la trama de las
palabras en la sesión. La escansión de la sesión tiene por función detener al
sujeto sobre ese punto enigmático que le concierne, punto de falla que surgió
en el interior de su discurso, y hacerlo responsable de su elaboración
(Durcharbeitung).
Cuando vuelve sobre el ternario freudiano “repetir-recordar-elaborar”, Lacan
introduce un cuarto elemento: el acto analítico. Esto es lo que hace posible “desplazar
la Durcharbeitunt fuera de la sesión: la sesión se reestructura entonces, alrededor
de un encuentro siempre fallido y se extiende entre el instante de ver
y el momento de concluir”. 8
La sesión analítica freudiana se ve entonces modificada al pasar de ser un
espacio (el “espacio analítico”, el setting), a un tiempo en el que el analista escande
lo real de su presencia, resistente a toda identificación.
5.- “Donde estaba Cronos,…”
Si desde “Función y campo de la palabra y del lenguaje” tenemos junto a la
noción de sesión variable la idea de la sesión corta, ésta se aplicará, de un modo
más evidente, a partir de los años sesenta y setenta. En efecto, si en los años cincuenta,
el análisis consistía propiamente en la dialéctica del sentido que permi -
te al sujeto apropiarse de la propia verdad reprimida, desde Los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanálisis, Lacan situará el resorte de la práctica analítica en
la confrontación del sujeto con la dimensión a-semántica del inconsciente. Es
sobre este momento que J.-A. Miller nos puso sobre aviso, en 1995: la cuestión
no es saber si la sesión es larga o breve, silenciosa o hablada. O bien la sesión es
una unidad semántica, aquella donde un saber puntuará la elaboración, o bien, la
sesión analítica es una unidad a-semántica que reconduce al sujeto a la opacidad
de su goce. Ello supone cortarla antes de que se cierre. 9
En efecto, la interpretación propiamente analítica funciona al revés que el inconsciente
(el cual razona, alude, sobreentiende, hace silencio, enigma, oráculo, dice
a medias, revela). El inconsciente pide interpretación, una tras otra, y sólo se detiene
en la satisfacción, es el goce del cifrado. Con el corte, la escansión temporal
a-semántica, se opera sobre la defensa que resguarda la satisfacción del cifrado. 10
El efecto producido por la práctica lacaniana de la sesión breve debe
traducirse, en definitiva, como un “efecto de solidificación”, 11 aquel que permite
al sujeto estrechar, acotar y hacer más sólido el punto de elaboración afrontado
en la sesión. Esto es lo que, al final, puede dejarle ver al sujeto “un
determinado relieve”, 12 que no es otro que el relieve de lo vivo del sujeto que
estaba aplanado bajo la defensa del sujeto. Así, la sesión corta habrá sido la mejor
aliada de lo real del tiempo, al separar el “tiempo cronificado” del tiempo vivo
del sujeto deseante. En definitiva, a lo que la sesión corta apunta es a producir
la inscripción del kairos del tiempo allí donde sólo era chronos. Parafraseando a
Freud: Wo Chronos war soll Kairos werden. Sabemos, por último, que si el tiempo
del análisis hace posible esta transformación del mero carácter sucesivo del tiempo
es porque está ligado al encuentro con el amor que el análisis hace posible.
Notas
1. Cosenza, Domenico, Lacan e il problema della técnica in Psicoanalisi (DEA, Istituto
del campo Freudiano, Roma, diciembre, 2002).
2. Kermode, Frank, The sense of an ending, Oxford University Press, 1966.
3. Gueguen, Pierre-Gilles, “L’argument de l’erreur de Platon”, in: La passe: effets
et résultats, Rue Huysmans, coll. Edit. Par l’ECF., Paris, 2000, p. 95.
4. Leguil, François, “De la nature du consentement des analysants aux sénces
courtes”, La Cause freudienne, 4 6, 2000.
5. Sobre el kairos de la sesión analítica, ver: Bassols,M., “Il kairos della sedutta
analítica”, La Psicoanalisi, 29, Astrolabio, Roma, 2001.
6. Lacan, J., “Función y campo de la palabra y del lenguaje”, Escritos, pp. 241 -242.
7. Lacan, J., op. cit., p. 301.
8. Laurent, E., “Une clinique”, en: L’Âne, Le Magazín freudien, nº 3, 1981, pp. 8-9.
9. Miller, J.-A., “Vous ne dites rien”, La Cause Freudienne, 32, París, 1996.
10. Sobre este punto ver la presentación de Rosalba Zaidel, a la Jornada en Barcelona,
de la ELP sobre el tiempo lógico y la sesión analítica: “El tiempo lógico:
Presentación”, y de Miquel Bassols: “El uso del tiempo”, en: Freudiana, 36,
Barcelona, 2003.
11. Leguil, F., op.ci t., p. 57
12. Lacan, J., El Seminario: libro XXI, (inédito), lección del 13.12.1973.
vpalomera@ilimit.es

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