El
tiempo y la sesión analítica
“no hay palabra sin respuesta, incluso si no encuentra más que silencio,
con tal que tenga oyente, y que
éste es el meollo de la función en el análisis”[1]
Intentar, por medio de este recorrido, ubicar la función del tiempo,
desde lo más “universal” de la práctica que tiene que ver con los principios
básicos del psicoanálisis hasta lo más “singular” de la sesión, el goce.
1- Práctica de la palabra, reunidos
analista y analizante, reunidos en sesión analítica. El analizante habla de su
sufrimiento, de su síntoma. El síntoma articulado a la materialidad del inconsciente;
esta hecho de cosas dichas al sujeto y de otras imposible de decir. El analista
puntúa los decires del analizante y le permite componer el tejido de su inconsciente.
2- La sesión analítica es el lugar
donde pueden aflojarse las identificaciones mas estables, a las cuales el
sujeto está fijado.
3- El analizante se dirige al analista, y pone en el expectativas,
creencias y sentimientos. No solo es el desciframiento lo que esta en juego, se
trata de recuperar junto a ese interlocutor algo perdido (transferencia)
4- El lazo de la transferencia supone
un lugar, “el lugar del Otro”, este lugar es donde el inconsciente puede
manifestarse
5- El psicoanálisis no es un técnica
sino un discurso que anima a cada uno a producir su singularidad, se excepción.
6- La duración de la cura y de las
sesiones no puede ser estandarizadas. De define “a medida”. Lo que se persigue
es el acuerdo del sujeto consigo mismo
7- Lacan formula la imposibilidad de
que exista una norma de la relación entre los sexos. Si no hay satisfacción
plena, y si no existe la norma, le queda a cada uno inventar una solución
particular que se apoya en su síntoma (sexo remite al “no todo”)
8- La formación analítica reposa en un
trípode: formación teórica, propio análisis (hasta el “pase”) y el control. El psicoanalista no está solo,
siempre depende de otro que lo reconozca.
Definición Praxis[3]:
“Es el termino más amplio para designar
una acción concertada por el hombre, sea cual fuere, que da la posibilidad de
tratar lo real mediante lo simbólico”. Esto es lo que esta en juego en la
dirección de la cura, donde lo imaginario es secundario.
A partir de lo que Lacan llamó como “el retorno a Freud (1953)” después
de los desvíos teóricos y técnicos que produjeron cambios en el dispositivo
analítico (IPA), promueve una clínica que tome en cuenta la transferencia y la
función del analista. Plantea la modificación de un ritual que va más allá de la
inclusión de sesiones cortas: el analista es responsable de de la eficacia del
decir, el mero parloteo no tiene por que caber en el dispositivo Freudiano, en
la sesión no tiene porque incluirse la elaboración, por lo tanto su duración ha
de ir desde el instante de ver al momento de concluir- el tiempo de comprender
quede por fuera de la sesión[4].
La consecuencia de los cambios en la concepción del encuadre fue lo que
lo llevó a la expulsión de la IPA.
La fijeza en el tiempo en la terminación de la sesión es índice de que
el analista no privilegia ningún contenido, un deambular infinito que
privilegia un espacio optimo para la
actividad psíquica fantasmática[5].
En “Función y Campo de la palabra”[6] dio un lugar a lo
imprevisible, sin apelar al tiempo cronometrado
y como tal indiferente a la trama discursiva. Suspende la sesión para
intervenir oportunamente sobre “una puntuación afortunada que da su sentido al
discurso del sujeto” Produciendo una escansión en el discurso que tiene todo el
valor de un intervención para precipitar los momentos concluyentes. (Liberar a
ese término de los marco rutinarios) “El arte del analista debe ser el de
suspender la certidumbres del sujeto hasta que se consuman sus últimos
espejismos”
Continúa en este mismo escrito,[7]
ubica que en la función del tiempo es otro momento donde real y simbólico se
reúnen. El tiempo incide en la técnica, de diferentes maneras:
No es posible fijar un tiempo de antemano a la duración de un análisis,
ya que no podemos prever del sujeto cual será su tiempo para comprender, y también queda de antemano fijado y
alienado a su verdad, nosotros sancionamos de este modo que la verdad ya está
allí (ej Freud con el hombre de los lobos).
Respecto de la duración de las sesiones, incidencias subjetivas tanto en
el analista (época la excomunión) y para el analizado “el inconsciente pide
tiempo para revelarse” y luego se pregunta ¿pero cual es su mediada? Ubica que
“ese tiempo” toma un valor local “el de la recepción del producto de ese
trabajo”. Ubica la función del analista como un “escriba”. Desempeñamos un
papel de registro, al asumir la función, fundamental en el intercambio
simbólico (testigo invocado de la sinceridad del sujeto). Pero sigue siendo
ante todo el dueño de la verdad de la que ese discurso es progreso. El analista
es el que “puntúa su dialéctica (…) es aprehendido como juez del precio de ese
discurso” Y ubica a la suspensión de la sesión como una “puntuación en el
progreso”. Hace una comparación con la biblia (escrituras simbólicas): “la
ausencia de puntación es en ellos una
fuente de ambigüedad, la puntuación una vez colocada fija el sentido, su cambio
lo renueva o lo trastorna y si es equivocada, equivale a alterarlo”
Tanto para Freud como para Lacan, en el análisis, más que de técnica se
trata de una ética a la que los recursos técnicos se subordinan. Una ética que
pone en juego el deseo del analista y que como tal se manifiesta en una
interpretación.
E Laurent[8] plantea que la sesión
breve es una ética. Se la puede llamar corta
porque corta con las significaciones habituales. Acentúa esta separación del
sujeto con lo habitual de la significación que atribuye a los significantes
claves de su existencia. Y se puede
llamar breve porque nunca se olvida
el punto de conclusión. Una sesión analítica tiene que ser orientada por una
conclusión subjetiva, no objetiva. Si no esta orientada por esta conclusión
subjetiva, el sujeto se encuentra privado de
su tiempo subjetivo, de su futuro, se naturaliza en un “ lo que hay”. El inconsciente Freudiano
no es un “lo que hay”,es siempre retraducible. Esto se manifiesta en la
orientación hacia un futuro anterior. El futuro anterior introduce la tensión
en la sesión hasta su conclusión. La transferencia es la autorización que da el
acto analítico de pasar de lo que hay inscrito en el inconsciente al futuro
anterior de su retraducción posible.
En el seminario 11 Lacan[9]
toma de Kant el concepto de causa
para tratar de dar respuesta a que es el inconsciente, no basta con decir que
es un concepto dinámico. Ubica la hiancia
que presenta, desde siempre, la
aprehensión del concepto de causa. “Es
este un concepto inanalizable” Cada vez que hablamos de causa siempre hay
algo anticonceptual, indefinido. “siempre hay causa de lo que cojea” . Es
en este punto donde Lacan intenta, por aproximación, situar el inconsciente
Freudiano, entre la causa y lo que ella afecta esta siempre lo que cojea. “el
inconciente nos muestra la hiancia donde
la neurosis empalma con un real.” (…) “¿Qué encuentra en hueco, en la hiancia
característica de la causa? algo del orden de lo no realizado. El inconsciente
se manifiesta “a la espera”.
Mas adelante, Lacan introduce en el dominio de la causa la ley del
significante, en el lugar donde la hiancia se produce. Refiere que Freud busca
el inconsciente en lo que falla, tropieza, fisura[10],
allí una cosa distinta exige su realización
pero con una “extraña temporalidad” Lo que se produce en esa hiancia es
un hallazgo. (Sorpresa: aquello que
rebasa al sujeto). Entonces plantea que ese hallazago es siempre un
re-hallazgo, que esta siempre dispuesto a escabullirse de nuevo, instalando la
noción de pérdida. Ubica la discontinuidad como el primer lugar donde aparece
el inconsciente como fenómeno (vacilación).
Sitúa al inconsciente en la dimensión de una sincronía, “en el plano del
sujeto de la enunciación, en la medida según las frases, según los modos, éste
se pierde tanto como se vuelve a encontrar, y que, en una interjección, siempre
es él quien afirma a uno su enigma y quien habla” “ se trata siempre de un
sujeto en tanto indeterminado”.
El inconsciente se manifiesta siempre como lo que vacila en un corte del
sujeto- de donde vuelve a surgir un hallazgo, que Freud asimila al deseo- deseo
que situaremos provisionalmente en la metonimia descarnada del discurso en
cuestión en el que el sujeto se capta en algún punto inesperado. (aspecto
evanescente del inc).
Distingue el tiempo cronológico del tiempo lógico: “la aparición
evanescente sucede entre dos puntos: (…) el instante de ver donde algo se elide
siempre y ese momento elusivo en que, precisamente la aprehensión del
inconsciente no concluye, en que trata siempre de una recuperación engañosa”[11]
(El Inconsciente es lo evasivo pero
logramos circunscribirlo en una estructura temporal.)
E Laurent[12] se pregunta ¿que es lo
que realmente concluye? Y plantea que lo
que realmente concluye es el goce. Luego, en le seminario Encore, realiza una
equivalencia entre la prisa con el objeto a.
Miller[13] plantea “o bien la sesión
analítica es una unidad semántica, en la que S2, viene a hacer de puntuación a
la elaboración (delirio al servicio del NP)… o bien la sesión analítica es una
unidad asemántica que remite al sujeto a la opacidad de su goce”. Esto plantea
a la sesión analítica como una ocasión “a producir”, la sesión analítica es
reducción, y como reducción es antilengüística[14]
. La regla fundamental permite dar lugar a “eso quiere decir más de lo que
dice”, desarticulando el par sgte-sgdo, esto desata la fuga de sentido. La
dimensión antilengüística de la sesión, en cuanto el analista objeta la
amplificación significante, al operar su reducción, empujando a la pérdida de
de esa significación inconsciente que, en cuanto tal deja al sujeto en
suspenso.
La reducción posibilita otra función de la palabra, produce una resonancia,
hace oir algo distinto de lo que significa. Y es ahí en lo que no dice y en lo
que deja oír que debemos arrinconar la opacidad
en la que consiste el goce[15]
En este mismo texto ubica dos dimensiones heterogéneas, la del
inconsciente como fracaso de la significación y lo que de la pulsión siempre se
satisface, más alla de la significación fantasmática. Entre esas dos
dimensiones se constituye el lugar del analista, desdoblado entre ser soporte
de una presencia enigmática, que se interpone al goce y ocupa el lugar de
semblante de objeto que falla (un dicho o un silencio pueden soportar ese
lugar) o el corte a realizar[16],
el cual desmonta el discurso corriente, la satisfacción del blablabla. Es el
corte que cambia de plano al sujeto, lo aplana.
Miller ubica que un buen corte enmarca la aparición del deseo del
analista como un deseo de poner al desnudo el goce del sujeto [17],
y esto hace del encuentro una sesión analítica. Un corte indica un sujeto que
se divide en acto entre lo que dice y lo que oye.
Cada sesión será un encuentro contingente que dispone con el corte una
temporalización inédita, un después que constituye un antes, que solo podrá ser
leído a posteriori.
“el tiempo de la
sesión es el deseo del analista”, en la medida que esta función introduce el punto de suspensión, que
solo se verificará después.
En las series de las sesiones, el corte produce una reducción que va
anulando el sentido, y se empieza a situar y a poner a distancia el goce de su
fantasma.
El tiempo en la sesión, debe igualarse al tiempo de la escansión propia
del inconsciente, caracterizado por el corte aplicado sobre ese punto de
opacidad o enigma (goce).
La sesión corta es la mejor aliada de lo real del tiempo, al separar el “tiempo cronificado” del tiempo vivo del sujeto deseante[18]
M Bassols, en Tiempo y Goce, plantea
que cada vez más el tiempo es un valor de cambio en el discurso de la
globalización (Amo) que tiende a homogeneizar el valor del uso del tiempo donde
el sujeto hace la experiencia de su deseo. Ubica la proposición de hacer del
tiempo mismo un objeto de goce (“banco del tiempo” fundado en Barcelona).
Relación del tiempo con el goce se presenta como demanda de satisfacción
inmediata, que es la pulsión. Intenta borrar el intervalo entre la causa y el
efecto (cuasisimultaneidad virtual) borrando el tiempo de comprender. Ubica al
síntoma como un intento de incluir un tiempo para comprender en la demanda de
satisfacción inmediata. En este sentido el psicoanálisis es también un síntoma
con el que respondemos a loa estragos inducidos por el tiempo del goce y por el
imperativo del goce del tiempo.
Es por eso que la sesión analítica, toma relevancia ya que es la
proposición de un tiempo para comprender, para inventar una nueva respuesta a
la pulsión. Ubica la sesión analitica como un paréntesis, un tiempo aparte que
es en si mismo una discontinuidad. Ya que el tiempo de compreder se plantea por
fuera de la sesión, en el intervalo entre sesión y otra. Miller en el curso
“Los usos del lapsus” ubica el corte como introducción de un “tiempo
libidinal”. Este tiempo se opone al tiempo epistémico del tiempo de comprender,
hace posible su termino de la indeterminación del del sujeto del inc al sujeto
de la certeza del acto y de la pulsión.
Sesion analítica tomada como corte, es una conjunción inédita entre el
tiempo epistémico de la transferencia y el tiempo libidinal del goce.
Ambos tiempos se anudan en el acto de la sesión. Uno no va sin el otro,
no hay acto sin saber y no hay tampoco un nuevo saber sin acto. Pero hay
tambien una disyunción interna entre estos dos tiempos. Hay un punto donde el
tiempo del acto pone en suspenso el tiempo del saber, un punto donde el sujeto
no accede a la certeza del acto más que poniendo en suspenso el saber.
Ese es un punto imposible de cuantificar, no es más que pasando por por
este imposible de cuantificar que puede ser producido en la sesión analítica.
Luciana Nieto
[1] J Lacan, “Función
y campo de la palabra” Escritos 1 – Pag 241
[2] E Laurent Prncipios
rectores del acto analítico -Congreso AMP en Comandatura 2004
[3] J Lacan “los
cuatro conceptos fundamentales” Seminario 11 (1964) – Pag 14
[4] H Casté “La ficción de la sesión” La sesión
analítica
[5] Freud en una Carta a
Ferenczi del 4/1/1928 dice: “los
analistas dóciles no percibían la elasticidad de las reglas que había expuesto
y se sometieron a elllas como si fueran tabúes. Todo esto tendrá que ser
revisado alguna vez…”
[6] J Lacan “Función
y campo de la palabra” Escritos 1 –
Pag 244-245
[7] Ibid., Pag 298-301
[8] E Laurent Entrevista
para NUCEP Publicación LGC (II/7) 2003
[9] J Lacan “Los
cuatro conceptos fundamentales” Seminario 11- Cap 2 Pag 29 -35
[10] S Freud La
interpretación de los sueños – Obras completas
[11] J Lacan “Los
cuatro conceptos fundamentales” Seminario 11 – Cap 3 Pag 40
[12] E Laurent El
tiempo de Hacerse al Ser
[13] J-A Miller Entonces” Sssh…” 1996
[14] J Lacan Quizás
en Vincennes- Ref tomada del texto de Graciela Esperanza “Presencia de un
deseo”- La sesión analítica
[15] Graciela Esperanza “Presencia de un deseo”- La sesión analítica
[17] J-A Miller, La
logique de la passe” Clase IV
[18] V Palomera Para
introducir la sesión corta – Freudiana
N° 37
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