20.4.11


El tiempo y la sesión analítica

“no hay palabra sin respuesta, incluso si no encuentra más que silencio,
 con tal que tenga oyente, y que éste es el meollo de la función en el análisis”[1]

Intentar, por medio de este recorrido, ubicar la función del tiempo, desde lo más “universal” de la práctica que tiene que ver con los principios básicos del psicoanálisis hasta lo más “singular” de la sesión, el goce.

Principios rectores del acto analítico[2]
1-     Práctica de la palabra, reunidos analista y analizante, reunidos en sesión analítica. El analizante habla de su sufrimiento, de su síntoma. El síntoma articulado a la materialidad del inconsciente; esta hecho de cosas dichas al sujeto y de otras imposible de decir. El analista puntúa los decires del analizante y le permite componer  el tejido de su inconsciente.
2-     La sesión analítica es el lugar donde pueden aflojarse las identificaciones mas estables, a las cuales el sujeto está fijado.
3-     El analizante se dirige al  analista, y pone en el expectativas, creencias y sentimientos. No solo es el desciframiento lo que esta en juego, se trata de recuperar junto a ese interlocutor algo perdido (transferencia)
4-     El lazo de la transferencia supone un lugar, “el lugar del Otro”, este lugar es donde el inconsciente puede manifestarse
5-     El psicoanálisis no es un técnica sino un discurso que anima a cada uno a producir su singularidad, se excepción.
6-     La duración de la cura y de las sesiones no puede ser estandarizadas. De define “a medida”. Lo que se persigue es el acuerdo del sujeto consigo mismo
7-     Lacan formula la imposibilidad de que exista una norma de la relación entre los sexos. Si no hay satisfacción plena, y si no existe la norma, le queda a cada uno inventar una solución particular que se apoya en su síntoma (sexo remite al “no todo”)
8-     La formación analítica reposa en un trípode: formación teórica, propio análisis (hasta el “pase”) y  el control. El psicoanalista no está solo, siempre depende de otro que lo reconozca.    

Definición Praxis[3]: “Es el termino más amplio para designar una acción concertada por el hombre, sea cual fuere, que da la posibilidad de tratar lo real mediante lo simbólico”. Esto es lo que esta en juego en la dirección de la cura, donde lo imaginario es secundario.
A partir de lo que Lacan llamó como “el retorno a Freud (1953)” después de los desvíos teóricos y técnicos que produjeron cambios en el dispositivo analítico (IPA), promueve una clínica que tome en cuenta la transferencia y la función del analista. Plantea la modificación de un ritual que va más allá de la inclusión de sesiones cortas: el analista es responsable de de la eficacia del decir, el mero parloteo no tiene por que caber en el dispositivo Freudiano, en la sesión no tiene porque incluirse la elaboración, por lo tanto su duración ha de ir desde el instante de ver al momento de concluir- el tiempo de comprender quede por fuera de la sesión[4].  
La consecuencia de los cambios en la concepción del encuadre fue lo que lo llevó a la expulsión de la IPA.
La fijeza en el tiempo en la terminación de la sesión es índice de que el analista no privilegia ningún contenido, un deambular infinito que privilegia un espacio optimo para la  actividad psíquica fantasmática[5].

En “Función y Campo de la palabra”[6] dio un lugar a lo imprevisible, sin  apelar al tiempo cronometrado y como tal indiferente a la trama discursiva. Suspende la sesión para intervenir oportunamente sobre “una puntuación afortunada que da su sentido al discurso del sujeto” Produciendo una escansión en el discurso que tiene todo el valor de un intervención para precipitar los momentos concluyentes. (Liberar a ese término de los marco rutinarios) “El arte del analista debe ser el de suspender la certidumbres del sujeto hasta que se consuman sus últimos espejismos”  
Continúa en este mismo escrito,[7] ubica que en la función del tiempo es otro momento donde real y simbólico se reúnen. El tiempo incide en la técnica, de diferentes maneras:
No es posible fijar un tiempo de antemano a la duración de un análisis, ya que no podemos prever del sujeto cual será su tiempo para comprender, y también queda de antemano fijado y alienado a su verdad, nosotros sancionamos de este modo que la verdad ya está allí (ej Freud con el hombre de los lobos).
Respecto de la duración de las sesiones, incidencias subjetivas tanto en el analista (época la excomunión) y para el analizado “el inconsciente pide tiempo para revelarse” y luego se pregunta ¿pero cual es su mediada? Ubica que “ese tiempo” toma un valor local “el de la recepción del producto de ese trabajo”. Ubica la función del analista como un “escriba”. Desempeñamos un papel de registro, al asumir la función, fundamental en el intercambio simbólico (testigo invocado de la sinceridad del sujeto). Pero sigue siendo ante todo el dueño de la verdad de la que ese discurso es progreso. El analista es el que “puntúa su dialéctica (…) es aprehendido como juez del precio de ese discurso” Y ubica a la suspensión de la sesión como una “puntuación en el progreso”. Hace una comparación con la biblia (escrituras simbólicas): “la ausencia de puntación es en ellos  una fuente de ambigüedad, la puntuación una vez colocada fija el sentido, su cambio lo renueva o lo trastorna y si es equivocada, equivale a alterarlo” 


Tanto para Freud como para Lacan, en el análisis, más que de técnica se trata de una ética a la que los recursos técnicos se subordinan. Una ética que pone en juego el deseo del analista y que como tal se manifiesta en una interpretación.
E Laurent[8] plantea que la sesión breve es una ética. Se la puede llamar corta porque corta con las significaciones habituales. Acentúa esta separación del sujeto con lo habitual de la significación que atribuye a los significantes claves de su existencia. Y se   puede llamar breve porque nunca se olvida el punto de conclusión. Una sesión analítica tiene que ser orientada por una conclusión subjetiva, no objetiva. Si no esta orientada por esta conclusión subjetiva, el sujeto se encuentra privado de  su tiempo subjetivo, de su futuro, se naturaliza en  un “ lo que hay”. El inconsciente Freudiano no es un “lo que hay”,es siempre retraducible. Esto se manifiesta en la orientación hacia un futuro anterior. El futuro anterior introduce la tensión en la sesión hasta su conclusión. La transferencia es la autorización que da el acto analítico de pasar de lo que hay inscrito en el inconsciente al futuro anterior de su retraducción posible.

En el seminario 11 Lacan[9] toma de Kant el concepto de causa para tratar de dar respuesta a que es el inconsciente, no basta con decir que es un concepto dinámico. Ubica la hiancia que  presenta, desde siempre, la aprehensión del concepto de causa. “Es este un concepto inanalizable” Cada vez que hablamos de causa siempre hay algo anticonceptual,  indefinido. “siempre hay causa de lo que cojea” . Es en este punto donde Lacan intenta, por aproximación, situar el inconsciente Freudiano, entre la causa y lo que ella afecta esta siempre lo que cojea. “el inconciente nos muestra la hiancia  donde la neurosis empalma con un real.” (…) “¿Qué encuentra en hueco, en la hiancia característica de la causa? algo del orden de lo no realizado. El inconsciente se manifiesta “a la espera”.
Mas adelante, Lacan introduce en el dominio de la causa la ley del significante, en el lugar donde la hiancia se produce. Refiere que Freud busca el inconsciente en lo que falla, tropieza, fisura[10], allí una cosa distinta exige su realización  pero con una “extraña temporalidad” Lo que se produce en esa hiancia es un hallazgo. (Sorpresa: aquello que rebasa al sujeto). Entonces plantea que ese hallazago es siempre un re-hallazgo, que esta siempre dispuesto a escabullirse de nuevo, instalando la noción de pérdida. Ubica la discontinuidad como el primer lugar donde aparece el inconsciente como fenómeno (vacilación).
Sitúa al inconsciente en la dimensión de una sincronía, “en el plano del sujeto de la enunciación, en la medida según las frases, según los modos, éste se pierde tanto como se vuelve a encontrar, y que, en una interjección, siempre es él quien afirma a uno su enigma y quien habla” “ se trata siempre de un sujeto en tanto indeterminado”.
El inconsciente se manifiesta siempre como lo que vacila en un corte del sujeto- de donde vuelve a surgir un hallazgo, que Freud asimila al deseo- deseo que situaremos provisionalmente en la metonimia descarnada del discurso en cuestión en el que el sujeto se capta en algún punto inesperado. (aspecto evanescente del inc).
Distingue el tiempo cronológico del tiempo lógico: “la aparición evanescente sucede entre dos puntos: (…) el instante de ver donde algo se elide siempre y ese momento elusivo en que, precisamente la aprehensión del inconsciente no concluye, en que trata siempre de una recuperación engañosa”[11]  (El Inconsciente es lo evasivo pero logramos circunscribirlo en una estructura temporal.)

E Laurent[12] se pregunta ¿que es lo que realmente concluye?  Y plantea que lo que realmente concluye es el goce. Luego, en le seminario Encore, realiza una equivalencia entre la prisa con el objeto a.
Miller[13] plantea “o bien la sesión analítica es una unidad semántica, en la que S2, viene a hacer de puntuación a la elaboración (delirio al servicio del NP)… o bien la sesión analítica es una unidad asemántica que remite al sujeto a la opacidad de su goce”. Esto plantea a la sesión analítica como una ocasión “a producir”, la sesión analítica es reducción, y como reducción es antilengüística[14] . La regla fundamental permite dar lugar a “eso quiere decir más de lo que dice”, desarticulando el par sgte-sgdo, esto desata la fuga de sentido. La dimensión antilengüística de la sesión, en cuanto el analista objeta la amplificación significante, al operar su reducción, empujando a la pérdida de de esa significación inconsciente que, en cuanto tal deja al sujeto en suspenso.
La reducción posibilita otra función de la palabra, produce una resonancia, hace oir algo distinto de lo que significa. Y es ahí en lo que no dice y en lo que deja oír que debemos arrinconar la opacidad  en la que consiste el goce[15]   
En este mismo texto ubica dos dimensiones heterogéneas, la del inconsciente como fracaso de la significación y lo que de la pulsión siempre se satisface, más alla de la significación fantasmática. Entre esas dos dimensiones se constituye el lugar del analista, desdoblado entre ser soporte de una presencia enigmática, que se interpone al goce y ocupa el lugar de semblante de objeto que falla (un dicho o un silencio pueden soportar ese lugar) o el corte a realizar[16], el cual desmonta el discurso corriente, la satisfacción del blablabla. Es el corte que cambia de plano al sujeto, lo aplana.
Miller ubica que un buen corte enmarca la aparición del deseo del analista como un deseo de poner al desnudo el goce del sujeto [17], y esto hace del encuentro una sesión analítica. Un corte indica un sujeto que se divide en acto entre lo que dice y lo que oye.
Cada sesión será un encuentro contingente que dispone con el corte una temporalización inédita, un después que constituye un antes, que solo podrá ser leído a posteriori.
“el tiempo de la sesión es el deseo del analista”, en la medida que esta función introduce el punto de suspensión, que solo se verificará después.
En las series de las sesiones, el corte produce una reducción que va anulando el sentido, y se empieza a situar y a poner a distancia el goce de su fantasma.
El tiempo en la sesión, debe igualarse al tiempo de la escansión propia del inconsciente, caracterizado por el corte aplicado sobre ese punto de opacidad o enigma (goce).
La sesión corta es la mejor aliada de lo real del tiempo, al separar el “tiempo cronificado”  del tiempo vivo del sujeto deseante[18] 
M Bassols, en Tiempo y Goce, plantea que cada vez más el tiempo es un valor de cambio en el discurso de la globalización (Amo) que tiende a homogeneizar el valor del uso del tiempo donde el sujeto hace la experiencia de su deseo. Ubica la proposición de hacer del tiempo mismo un objeto de goce (“banco del tiempo” fundado en Barcelona).
Relación del tiempo con el goce se presenta como demanda de satisfacción inmediata, que es la pulsión. Intenta borrar el intervalo entre la causa y el efecto (cuasisimultaneidad virtual) borrando el tiempo de comprender. Ubica al síntoma como un intento de incluir un tiempo para comprender en la demanda de satisfacción inmediata. En este sentido el psicoanálisis es también un síntoma con el que respondemos a loa estragos inducidos por el tiempo del goce y por el imperativo del goce del tiempo.
Es por eso que la sesión analítica, toma relevancia ya que es la proposición de un tiempo para comprender, para inventar una nueva respuesta a la pulsión. Ubica la sesión analitica como un paréntesis, un tiempo aparte que es en si mismo una discontinuidad. Ya que el tiempo de compreder se plantea por fuera de la sesión, en el intervalo entre sesión y otra. Miller en el curso “Los usos del lapsus” ubica el corte como introducción de un “tiempo libidinal”. Este tiempo se opone al tiempo epistémico del tiempo de comprender, hace posible su termino de la indeterminación del del sujeto del inc al sujeto de la certeza del acto y de la pulsión.
Sesion analítica tomada como corte, es una conjunción inédita entre el tiempo epistémico de la transferencia y el tiempo libidinal del goce.
Ambos tiempos se anudan en el acto de la sesión. Uno no va sin el otro, no hay acto sin saber y no hay tampoco un nuevo saber sin acto. Pero hay tambien una disyunción interna entre estos dos tiempos. Hay un punto donde el tiempo del acto pone en suspenso el tiempo del saber, un punto donde el sujeto no accede a la certeza del acto más que poniendo en suspenso el saber.
Ese es un punto imposible de cuantificar, no es más que pasando por por este imposible de cuantificar que puede ser producido en la sesión analítica.
           
  Luciana Nieto



[1] J Lacan, “Función y campo de la palabra” Escritos 1 – Pag 241
[2] E Laurent Prncipios rectores del acto analítico -Congreso AMP en Comandatura 2004
[3] J Lacan “los cuatro conceptos fundamentales” Seminario 11 (1964) – Pag 14
[4] H Casté “La ficción de la sesión” La sesión analítica
[5] Freud en una Carta a Ferenczi del 4/1/1928 dice: “los analistas dóciles no percibían la elasticidad de las reglas que había expuesto y se sometieron a elllas como si fueran tabúes. Todo esto tendrá que ser revisado alguna vez…”
[6] J Lacan “Función y campo de la palabra”  Escritos 1 – Pag  244-245
[7] Ibid., Pag 298-301
[8] E Laurent Entrevista para NUCEP Publicación LGC (II/7) 2003
[9] J Lacan “Los cuatro conceptos fundamentales”  Seminario 11- Cap 2  Pag 29 -35
[10] S Freud La interpretación de los sueños – Obras completas
[11] J Lacan “Los cuatro conceptos fundamentales” Seminario 11 – Cap 3 Pag 40
[12] E Laurent El tiempo de Hacerse al Ser
[13] J-A Miller Entonces” Sssh…” 1996
[14] J Lacan Quizás en Vincennes- Ref tomada del texto de Graciela Esperanza “Presencia de un deseo”- La sesión analítica 
[15] Graciela Esperanza “Presencia de un deseo”- La sesión analítica 

[16] Javier Aramburu La interpretación que no interpreta  El caldero de la Escuela N° 47
[17] J-A Miller, La logique de la passe” Clase IV
[18] V Palomera Para introducir  la sesión corta – Freudiana N° 37

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