3.7.11

El tiempo del cartel


Agradecimientos…

“Que se diga queda olvidado, en lo que se dice, detrás de lo que se escucha”
(Jacques Lacan “El atolondradicho”)


El “que se diga queda olvidado”, el “que se diga”… De eso se trata entonces…

Hoy es la primera vez que tengo la oportunidad de hablar en público sobre este dispositivo inventado por Lacan y que junto al pase constituyen los dos modos paradigmáticos del tratamiento, en la Escuela, de los efectos de lo real de un grupo.

Para decirlo jugando en esa neo-lengua inventada a las orillas del Río de la Plata, el lunfardo: no engrupamos a la Escuela. (Les cuento que “engrupir” al menos dos acepciones: mentir y estafar). Entonces, no “engrupamos” a la Escuela, ya que “todo grupo analítico es una defensa contra el discurso analítico”. (1) De ahí que el cartel constituya una posibilidad de salir del engaño de grupo, o sea de ser y/o estar engrupidos.

Esta primera vez arrancó, como no podía ser de otra manera, con un malentendido. Hubo una primera invitación a hablar sobre “lo extraño del Cartel”, título que de por sí inquieta y me inquieta… Las primeras respuestas (defensivas, por supuesto) aparecieron: lo extraño, para mí, es que… ¡existan los carteles! Y segundo, más extraño aún: ¡que funcionen!


Psicoanálisis a tiempo

Ese es el nombre del Cartel del cual participo - por primera vez - como más-uno. Si para Borges la sustancia de la que estamos hechos es el tiempo, y para Lacan es el goce, escribir “Psicoanálisis a tiempo” implica apuntar de algún modo a una cita donde se dé la conjunción del tiempo, nuestra materia, nuestro sujeto, nuestra estofa, con el goce siempre encarnado.

El Cartel se encuentra integrado por Verónica Castro, Ramiro Gómez Quarello, Delfina Lima Quintana, Luciana Nieto y Alejandra Rossi. Comenzó a funcionar hace un año y –extrañamente- ya se han producido cuatro trabajos singulares, con estos nombres: “El tiempo en la psicosis”; “El tiempo y la sesión analítica”; “Sören Kierkegaard” y “Psicoanálisis y tiempo”. Los cuatro trabajos no son conclusivos sino que sus horizontes son preguntas. Y también existe un blog para tener un espacio en un lugar que no existe. En fin…

¿Qué maquinaria se puso en juego, se pone en juego en un cartel? Más aún, ¿qué empuja, qué fuerza a esa máquina? Lacan en su seminario “Momento de Concluir” decía forçage que en general suele traducirse como “activación”. Forçage es un sustantivo que quiere decir: cultivar una planta fuera de temporada. La idea es “forzar” algo en un momento que no es el políticamente correcto, adecuado, conveniente, sino que es, si puedo decirlo así, un extemporáneo, un fuera de tiempo. Seguimos en esta dimensión que no apela al cronos sino al éxtimo.

Entonces ¿qué empuja?, ¿qué hace que la maquinaria del cartel se active? La respuesta más afortunada es: ¡El cartel como lazo! Por un lado tenemos el lazo entre los integrantes del cartel y, por otro, el lazo del cartel a la Escuela.

En este caso el lazo entre los integrantes es previo a la constitución del cartel y podemos decir que ese lazo ya implicaba una transferencia al trabajo.  

Por otra parte el lazo del cartel a la Escuela implica en sí mismo una política.

Entonces, cuatro puntos (siempre caemos en el “cuatro”): primero: si el discurso es una forma de lazo social y el discurso histérico es su paradigma, discurso que Miller propone para la estructura del cartel, donc, se puede ubicar a la política como forma de lazo social, y a los cuatro discursos como modos distintos de llevar a cabo una política.

Segundo: si el discurso del que se trata en un cartel es el de a histeria, el más-uno, es menos-uno, pues es en realidad el que toma a su cargo la división subjetiva, la función de la falta.

Tercero: una política del cartel tiene como horizonte el significante Escuela, significante que representa el significante de la falta del Otro. En el cartel se trataría de imponer, de forçage, esta lógica ligada a la producción de saber.

Cuarto: La respuesta afortunada es la del lazo sólo en tanto el objeto a que no es sino semblante, se encuentra – dicho metafóricamente, como hace Lacan - “detrás” como lo que causa la función del más-uno, parafraseando a Miller, pero también me atrevo a decir que funciona por debajo de la escena, en su función de ágalma de la Escuela.

Concluimos entonces que en el cartel se trata del malentendido cuya causa es el objeto a,  y sabemos que no hay transmisión sino del malentendido.

Así el “que se diga” circula entre los miembros de un cartel y es lo que vehiculiza aquello que activa, fuera del tiempo de los astros, a la producción.

Querer estar en un Cartel, así lo entiendo, es querer formar parte de una política hacia la Escuela, es constituir una política, es decidir estar y transcurrir en una política que no es sino la polis de los analistas de orientación lacaniana.

Los psicoanalistas tienen que estar agrupados decía el Profesor Freud. Aquí estamos.

“La Escuela será una escena para ustedes, dice Miller, otra escena que estará en nuestros sueños, la amaremos, la odiaremos, estará en las reacciones con nuestros colegas, compañeros, a veces, hasta de modo sintomático”. (2)

Lucas Leserre
Mayo de 2011

(1) Miller, J.-A. (1998) “La Escuela de Lacan” en Elucidación de Lacan, EOL-Paidós, Buenos Aires, 517.
(2) Idem, p. 557.

Kant y el tiempo


Tomando en cuenta el rasgo elegido “tiempo y repetición” planteo algunas preguntas que  orientaron la lectura y fueron surgiendo a partir de la escritura. ¿Cómo pensar el tiempo en juego en la repetición? ¿Es posible abordar la repetición freudiana desde el pensamiento clásico occidental o es necesaria la construcción de otra lógica, otra física-matemática, para poder dar cuenta y escribir acerca del tiempo, la repetición, la identidad para el psicoanálisis?
Comenzaré puntuando el apartado “tiempo” en Critica de la Razón Pura (I.Kant 1781)
_“el tiempo no es un concepto empírico que se derive de una experiencia. Pues la coexistencia o la sucesión no sobrevendrían en la percepción, si la representación del tiempo no estuviera a priori en la base. Solo presuponiéndola es posible representarse que algo, sea en uno y el mismo tiempo (simultaneo) o en diferentes tiempos (sucesivo).” [i]
Por lo tanto es ubicando la simultaneidad y la sucesión, que no se pueden percibir a partir de la experiencia, que Kant propone que la representación del tiempo debe tratarse de algo con lo que debe contarse a priori (entendiendo a priori como lo que no deriva de la experiencia).
“El tiempo es una representación necesaria que está en la base de todas las intuiciones. El tiempo es pues dado a priori. En él tan solo es posible toda la realidad de los fenómenos.”[ii]
Sobre las intuiciones, dirá el autor que son representaciones inmediatas que se hace uno  de un objeto. Son la condición de todo conocimiento. Las intuiciones puras serán  independientes de la experiencia. Son ordenadoras de la sensibilidad, con la cual se captan los estímulos que provienen de los objetos. Por lo tanto no se trata de un concepto discursivo, universal, efecto de una síntesis, sino de una forma pura de la intuición sensible.[iii]
Continúa planteando: “El tiempo no tiene más que una dimensión; diversos tiempos no son a la vez, sino unos tras otros. Estos principios no pueden ser sacados de la experiencia. Estos principios nos instruyen antes de la experiencia y no por medio de la experiencia”[iv].  Subyace a esta idea la noción de tiempo como una recta, una sucesión lineal. Por lo tanto, cuando aborda el concepto de cambio y de movimiento, lo pensará en este sentido: lo mismo puede cambiar solo en el desarrollo del tiempo sucesivo, de otro modo nos encontraríamos con una contradicción.  Cambio y movimiento no son posibles sino mediante y en la representación del tiempo; si esta representación no fuese intuición a priori, no podría concepto alguno, hacer comprensible la posibilidad de un cambio, es decir de un enlace de predicados contradictoriamente opuestos en uno y en el mismo objeto. Solo en el tiempo (entendido como recta) pueden hallarse ambas determinaciones contradictoriamente opuestas en una cosa, a saber, una después de otra”.[v]
Dirá que el tiempo como intuición interna no da figura alguna, a eso se debe que intentemos suplir esta falta , “representándonos la sucesión del tiempo por una línea que va a al infinito, en la cual lo múltiple constituye una serie, que es solo de una dimensión; y de las propiedades de esa línea concluimos las propiedades todas del tiempo, con excepción de una sola, que es que las partes de aquella línea son a la vez, mientras que las del tiempo van una después de la otra[vi].  Las palabras “figura” y “línea” implican una geometría, una matemática, por lo tanto un modelo. (Geometría euclidiana). Por lo tanto “figura” y “línea” implican cierto recorte que deriva en una escritura particular, es decir,  desde un modelo que estaría funcionando (matemático, lógico, etc) pero que queda olvidado.
A partir de Kant se invierte la relación s-o. Las condiciones para el conocimiento están dadas por el sujeto, no por el objeto.  Hay ciertas condiciones para conocer la realidad que no están dadas por esta, pero que son imprescindibles para acceder a la misma. Una de ellas es el tiempo, la otra, el espacio. ‘’El tiempo es, pues, solamente una condición subjetiva de nuestra (humana) intuición (la cual es siempre sensible, es decir, por cuanto somos afectados por objetos) y no es nada en sí, fuera del sujeto. [vii](…) “El tiempo, pues, no es inherente a los objetos mismos, sino solo al sujeto que los intuye.”[viii]
En el apartado Observaciones generales a la estética trascendental  Kant retoma la pregunta fundamental de la filosofía: cómo se conoce, la relación de los sujetos y los objetos. Es en relación a esta pregunta que serán construidas las categorías de tiempo y espacio. Propondrá que “toda nuestra intuición no es nada más que nuestra representación del fenómeno; que las cosas que intuimos no son en sí mismas como nos aparecen a nosotros; y que si suprimiéramos nuestro sujeto desaparecerían toda constitución, todas  relaciones de los objetos en el espacio y el tiempo, y aún el espacio y el tiempo mismos que, como fenómenos, no pueden existir en sí mismos, sino en nosotros. ¿Qué son los objetos en sí y separados de toda receptividad de nuestra sensibilidad? Esto permanece desconocido. No conocemos más que nuestro modo de percibirlos.”[ix] (…) “ Todos los objetos son meros fenómenos y no cosas dadas por si, de esos fenómenos pueden decirse por lo tanto a priori muchas cosas, en lo que toca a la forma de los mismos; pero no se puede nunca decir lo más mínimo de la cosa en sí misma, que está en la base de esos fenómenos.”  Recortorepresentación” y “forma”; ¿cómo piensa la representación Kant, de qué forma se trata? Es distinto pensar que las representaciones y las formalizaciones se elaboran a partir de los datos de la realidad, tanto a modo de duplicado como por las capacidades cognoscentes del sujeto, a pensar que la realidad se recorta y lee desde cierto saber que ya está funcionando.  Quizás la clave estaría en cómo se piensa al lenguaje; como instrumento de conocimiento o como algo que está funcionando y afecta al sujeto.
Lacan retoma y revisa en el seminario 9, la estética trascendental kantiana. En este seminario Lacan trabaja la identificación, para lo cual se le vuelve necesario revisar las categorías clásicas de tiempo y espacio, cómo se las piensa a lo largo de la historia y si es posible pensar el psicoanálisis desde las mismas.
“Las categorías llamadas de la razón pura exigen para funcionar como tales, el fundamento de lo que se denomina intuición pura, la que se presenta como la forma normativa, obligatoria de todas las aprehensiones sensibles. (…) esta intuición que se ordena en categorías del espacio y del tiempo se encuentra designada por Kant como excluida de lo que se puede denominar la originalidad de la experiencia sensible, de donde solamente puede surgir cualquier afirmación de realidad palpable, afirmaciones de realidad que no permanecen en su articulación menos sometidas a las categorías de dicha razón pura, sin las cuales no podrían ser enunciadas, ni siquiera  percibidas. De ahí en más todo se encuentra suspendido al principio de esta función llamada sintética, lo que no quiere decir otra cosa que unificante, lo que constituye también el término común de todas las funciones categoriales”[x]
Continúa Lacan: “trato de hacerles aprehender una noción que es la que domina toda la estructura de las categorías en Kant (…)él no hace más que poner el punto final a lo que ha dominado el pensamiento filosófico, la función del Einheit (unidad), fundamento de toda síntesis, de la síntesis a priori como él dice, y que parece imponerse desde la mitología platónica como la vía necesaria: el Uno, el gran 1 que domina todo el pensamiento desde Platón a Kant, el Uno que para Kant, en tanto función sintética, es el modelo mismo de lo que toda categoría a priori aporta consigo, dice él, la función de una norma, de una regla universal”     (…)la función del Uno en la identificación, como la estructura y descompone el análisis de la experiencia freudiana es, no la del Einheit, sino la que denominé el rasgo unario, algo totalmente distinto al círculo que agrupa (…) a saber lo que denominé un 1: ese trazo. (…)Entonces este 1, su paradoja, esta constituida justamente porque más él reúne, más todo lo que es diversidad de semejanzas se borra, más soporta, más encarna, la diferencia como tal.(…) La inversión de la posición alrededor del Uno hace que de la unidad kantiana pasemos a la unicidad expresada como tal (Eizigkeit).[xi] Entonces  se trata de pasar de un Uno que sintetiza, totaliza, que es idéntico a sí mismo, a un 1, como trazo, que soporta en si la diferencia.  Diferencia que no se apoya en lo cualitativo, sino que se define por no ser el otro.
Lacan demuestra por qué no se sostiene la estética kantiana, “la estética no es absolutamente sostenible por la simple razón de que está para él fundamentalmente apoyada en una argumentación matemática vinculada a lo que puede denominar la época geometrizante de la matemática. Es en la medida en que la geometría euclidiana no es impugnada en la época en que Kant prosigue su meditación, que es sostenible por él que haya en el orden espacio-temporal ciertas evidencias intuitivas”.[xii] 
Algunos interrogantes finales
¿Cómo es posible pensar la repetición (como identidad, diferencia) desde un espacio uni dimensional y un tiempo lineal? Cómo podría explicarse, desde este modelo, la compulsión a la repetición, si el tiempo es un línea sucesiva? De qué se trata la identidad que, en vez de definirse por una cualidad, o por ser idéntica a sí misma (el Uno totalizante), se define por lo que no es (1 uno, un trazo de la cuenta)? Será necesario pensar otra estética (otro modelo de tiempo y espacio) para poder escribir acerca de estas cuestiones.

Alejandra Rossi


[i] Immanuel Kant: Crítica de la Razón Pura. Edic. Digital tomada de Madrid, Librería Gral. De Victoriano Suarez, 1928. P. 33.
[ii] Idem. P. 33
[iii] Idem.p.33
[iv] Idem.p.33
[v] Idem.p.34



[vi] Idem.p.34
[vii] Idem. P.35
[viii] Idem p.36
[ix] Idemp.38

[x] J. Lacan seminario 9 La identificación, clase del 21-2-62.p.93
[xi] J. Lacan. Idem. clase 21-2-62 p.84-85
[xii] J. Lacan. Idem. clase del 28-2-62 p.94